Conjunto habitacional de vivienda nueva, programa de crédito

COLONIA SAN JUAN,
SIGUATEPEQUE
Escrito por Armando Garcia
12 de septiembre de 2019

ATRÁS QUEDARON SIETE AÑOS DE ALQUILER

Elvis Alejandro Colindres y Keily Beatriz Natarén tienen una hija llamada Alanis Alejandra Colindres Natarén. Esta joven pareja que se conoció cuando realizaban estudios universitarios en la ciudad de Siguatepeque, el es abogado y ella administradora de empresas, dice: que mediante amistades nos dimos cuenta de Hábitat para la humanidad,  nos comentaron que había un proyecto por parte de esa organización en el barrio San Juan por eso nos abocamos a las oficinas de la misma para obtener información. En nuestro núcleo familiar somos tres y nunca había tenido vivienda propia ni solar para construir una, alquilábamos.

—En dos o tres semanas, no recordamos muy bien. Porque el proyecto estaba buscando «el reclutamiento» —por decirlo de esa manera— de personas que quisieran estar, lo más pronto, como beneficiarios en dicho proyecto.

—El día que nos dijeron que nos íbamos a reunir apara decirnos que se había aprobado el proyecto habitacional, definitivamente fue de una gran alegría y más aún cuando nos dijeron que había una fecha tope que iban a estar entregando el proyecto y por ende que iban a estar adjudicando las viviendas a cada beneficiario, como familia fue una gran alegría poder obtenerla.

—Teníamos siete años de estar alquilando. En la parte económica entre el alquiler y estar pagando nuestra casa la diferencia es poca y si nos ponemos a pensar en lo que ahora pagamos no se va a perder porque esto es nuestro, viene a ser un gran beneficio para nosotros como núcleo familiar.

—El día en que nos mudamos fue de una alegría inmensa, una desesperación y, ciertamente, hasta angustia; teníamos esa sensación de querer pasarnos, de que ya lo que fuéramos a pagar ya era en lo nuestro. La primera noche dormimos poco, una por el cambio que uno hace cuando se traslada a otra vivienda y lo otro: viendo las paredes y el techo comentábamos con mi esposa: ¡esto ya es lo nuestro!, ¡nadie nos saca de aquí!, lo que paguemos no se está perdiendo y un montón de comentarios que nos hacíamos.

—Mi hija estaba y está feliz. Ella con la edad que tiene es bastante expresiva, entro abrió la puerta, pasó a su cuarto y vio que ya iba a tener un espacio propio y que ya no se iba a estar moviendo de un lado para otro, fue realmente un momento feliz para ella y, desde luego, para nosotros.

—La familia de mi esposa está muy contentos por ser nosotros una familia joven, nueva y como cualquier otro hogar: tener el sueño realizado de casa propia, un hogar. Nuestro terreno anda un poco menos de los doscientos metros cuadrados. La pagaremos en veinte años.

 Sabido es que el amor que se le tiene a la casa no es lo mismo que tener que pagarle una cantidad de dinero a alguien. Sabemos que ese dinero nunca más lo a ver y que allí donde está viviendo no es propio. En lo suyo hay que pagar una determinada cantidad, pero es por algo que se le agarra más amor, más cariño, más cuidado al mismo bien inmueble propio. Descansamos más por las noches: pareciera que en la parte económica fuera lo mismo, pero en realidad no, porque a medida que va pasando el tiempo la propiedad se va acercando a ser más nuestra.

—Con el vecindario nos llevamos hasta ahora, bien. Creo que no vamos a tener algún problema porque desde que se inició el proceso, los que estábamos seleccionados compaginábamos en carácter. Por ejemplo, las casas fueron adjudicada mediante una rifa para que no hubiese problemas porque íbamos a ser vecinos muy cercanos y no quedáramos con mal sentimiento, se hizo de manera rifada la ubicación y quedó bastante bien distribuidas las viviendas. También tenemos esta ventaja: quedamos a seis cuadras del centro de la ciudad, los supermercados y comercio están a tres o cuatro cuadras. En general la ubicación es bastante céntrica, este es uno de los barrios que tiene más plusvalía en la ciudad de Siguatepeque.

—Cuenta Kelly Beatriz Natarén: desde el primer momento que decidimos formar el hogar, esa fue una de nuestras primeras metas, para dejar de alquilar y obtener nuestra propia casa. La primera pieza que arreglamos fue la de la niña y la nuestra después. Han venido a visitar nuestra vivienda: mi madre, mi suegro, mis hermanos, todos muy contentos, están muy alegres.

Si, si nos han preguntado. La gente nos han preguntado. Ven el proyecto. Nos vienen a preguntar. Nos dicen que está muy linda nuestra casa. Les contamos, les recomendamos como fueron de efectivos en Hábitat con nosotros desde el momento que optamos por el proyecto, de cómo se nos fueron abriendo las puertas y como nos fueron dando respuesta a cada inquietud y que siempre tuvimos respuestas efectivas y rápidas.

—La comodidad de ahora, comparada con la anterior cuando alquilábamos. La niña tiene su propio cuarto, el patio en más grande, nuestras mascotas: tres perros, Chuchi, Tita, Rabbit y una tortuga, Beybi andan en libertad. Es bien marcada la diferencia entre alquilar y la casa propia, la cual disfrutamos.

Estamos felices, hacemos las tareas juntos con la niña, tenemos más espacio, tenemos más tiempo, disfrutamos del espacio. Han mejorado los estudios de la niña, hay un presupuesto, ya estamos más estables. La estabilidad que nos da la casa  influye mucho en las demás actividades…

¡Gracias Hábitat!

BARRIO SAN FRANCISCO,
SIGUATEPEQUE
13 de septiembre de 2019.

VALIÓ LA PENA ESPERAR

Carlos Roberto Cribas y Carmen Yamiliet Fortín, tres hijos.

Nos dimos cuenta de los programas de benéfica organización por medio de otra beneficiaria de Hábitat. Por medio de ella estábamos al tanta cómo era la situación de trámites, recurrimos a las oficinas y nos dieron información precisa: qué hacer y cómo hacer e hicimos la gestión pedida en la municipalidad. La mera verdad: no es mucho lo que piden y gracias a Dios estamos hoy en nuestra vivienda. Somos originario de Siguatepeque y desde que nos casamos, hace 13  años, hemos vivido en el barrio San Francisco. La diferencia entre alquilar y esta casa es que uno en el alquiler paga y paga y la casa nunca será de uno, mientras que aquí tenemos la esperanza de que un día va a ser nuestra.

Fue de una gran emoción cuando nos dijeron que ya podíamos pasarnos a nuestra casa. Estuvimos esperando este momento por más de dos años desde aquel lejano día en que metimos la solicitud. Hoy nos sentimos alegres, valió la pena esperar y por el pago que va a ser a largo plazo.

Al principio cuando metimos la solicitud fue de gran alegría porque nos dijo el promotor que todo había salido bien y estaba  aprobada la vivienda. Esperamos. Pasaba el tiempo, pasaba y pasaba y nosotros llamábamos al promotor, llamábamos a Hábitat. Siempre nos dieron una respuesta de empresa seria: nos decían que el proyecto iba porque iba y siempre nos decía Hábitat que el proyecto venía. Muchos compañeros se retiraron, solo quedamos dos, en dos años, de los veinte primeros que habíamos realizado la solicitud originaria y que nos la habían aprobado .

—¿Nuestro primer día aquí? Fue algo especial en nuestras vidas. Porque cuando uno alquila, de repente, el dueño de la casa le pide a uno que debe se  vaya, que busque acomodo en otro lado, que se traslade. Pero esta vez fue diferente porque ya cuando movimos nuestras cosas hacia acá estábamos con esa emoción y confiando en Dios que nos íbamos para siempre a nuestras propia casa, una experiencia bonita; estamos muy contentos y a la vez agradecidos por la oportunidad que nos dio Hábitat.

—Muchas personas que ahora nos miran aquí, preguntan cómo podrían hacer ellos para obtener una vivienda. Les proveemos la misma información que —en su momento— nos dieron a nosotros y los motivo a que se acerquen a Hábitat porque es una buena oportunidad para adquirir una vivienda. Incluso, les digo que aquí en el barrio hay una escuela cercana y que, al otro lado, en el barrio vecino, hay otro centro educativo público con buen acceso a ambas y la clínica de salud (de unos norteamericanos), es privada, pero que, a la vez es de una gran ayuda para la comunidad

—Para nosotros, dice —doña Carmen Yamilet Fortín, esposa de don Carlos Cribas— fue de mucha alegría venirnos para acá porque siempre habíamos vivido pagando un dinero perdido en alquiler. Ahora se ha cumplido nuestro sueño: tener una casa. Tenemos tres hijos. Tenemos trece años de casados. Hace un tiempo, cuando mirábamos que sólo estaba el solar, los niños venían a jugar y pensábamos ese fuerte deseo de ver la casa construida  y pasarnos definitivamente para acá. La casa, nuestra casa tiene sala, cocina, comedor, un corredor y dos cuartos. El niño tiene su alcoba y las dos niñas, por mientras, están en la habitación de nosotros. Ellas pelean, pese a lo pequeñas que están, porque quieren estar en su propio cuarto, como el varón. El niño, está en la escuela, mantiene su cuarto ordenado y cada vez que regresa de estudiar se emociona porque tiene su propia privacidad, su espacio.

BARRIO SAN FRANCISCO
SIGUATEPEQUE
13 de septiembre de 2019. 

NUESTRO PEDACITO DE TIERRA 

Xiomara López

—Nos encanta estar aquí, en una casa como esta. No teníamos casa y era uno de los anhelados sueños de mi núcleo familiar o sea de mi esposo, Juan Carlos Ramírez, de mis hijos Juan Carlos y Karla Xiomara. Ahora, gracias a Hábitat, tenemos dos cuartos amplios, baño, Sala, comedor, cocina, pila de agua y estamos haciendo, por nuestra cuenta, una galera atrás.

—Nos pasamos acá el 4 de agosto de 2019. Esta casa fue construida por Hábitat para la humanidad, me di cuenta de la organización. Ya días sabía de esa noble organización, desde las primeras casas que levantaron. A mi hermana le hicieron una porque ella ya tenía solar. Para mi fue difícil comprar un solar y ponerme a construir y Hábitat de poco acá estaba haciendo casas aquí en este terreno y aprovechamos. Fuimos de los primeros que vinimos a ver este terreno, hace como dos años. Esperamos que consiguieran el premiso en la Oficina del Ambiente por la situación del bosque. El licenciado Amilcar nos decía: «con calma porque va todo bien y hasta que consiguieron los permisos en la municipalidad de Siguatepeque, comenzaron.

—La sorpresa es cuando venimos a ver y encontramos ya marcado el terreno y nuestra casa fue la primera con la que comenzaron el proyecto. Vinimos a enseñarle el terreno a mi mamá y encontramos albañiles midiendo y haciendo los arranques. Fue de mucha alegría porque ya sabía que este era nuestro pedacito de tierra.

—Desde que me Milton, funcionario de Hábitat, nos dijo que nuestra petición había sido aprobada fue de suma alegría y veníamos a cada rato a ver como iba la construcción. Comenzamos a meter mano nosotros: a emparejar enfrente, a traer una que otra planta para adornar el patio, hasta que se llegó el día de pasarnos; fue de una gran emoción porque la inauguración de entrega fue como a las diez de la mañana, terminó ya para las doce meridiano. Nos quedamos todo el día trabajando aquí en la casa y no nos pasamos  ese día porque nos faltaban uno que otro arreglito, nos quedamos quince días más allá donde alquilábamos, dejamos ordenado allá donde rentábamos, trajimos unas cosas para acá, había cosas que no podíamos traer para acá, como la estufa, por ejemplo. Al fin nos pasamos.

—Aconsejaríamos  a las personas que quisieran tener una casa con Hábitat que no pierdan la oportunidad porque son buenas construcciones, que las cuotas son menos que lo que les puede costar un alquiler, mucho menos, es lo mejor, gracias a Dios y a Hábitat.

Share it on

¿Crees que cada persona merece un lugar digno para vivir? ¡Únete!